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Mar del Plata,
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jueves, 2 de abril de 2015

Balcarce: un hombre murió teniendo sexo con un espantapájaros y advierten sobre más casos de "Trapitofilia"

espantapajaros
El hallazgo en Balcarce de un puestero rural muerto en su cama junto a un espantapájaros con el que habría mantenido una relación sexual pone luz sobre una situación cada vez mas frecuente y que habla de la penosa situación de los trabajadores rurales. En efecto, no son pocos los que denuncian que el abuso de espantapájaros ha crecido exponencialmente entre estos rudos hombres de campo. Expertos en prácticas sexuales no convencionales explican que las causas de la llamada Trapitofilia obedecerían a las jornadas laborales cada vez más duras, que impiden la recreación en centros urbanos, el éxodo de mujeres hacia ciudades grandes y la cada vez menor disposición de animales como vacas y ovejas, desplazados para poder plantar soja. Sudorosos hombres de campo, criados entre tractores, movilizaciones de la Mesa de Enlace y glifosato, no encontrarían otra forma de satisfacción sexual que no implique el secuestro de espantapájaros para abusar sexualmente de ellos para luego abandonarlos tras amenazarlos con que, si llegaran a denunciarlos, los utilizarían para encender el fuego del asado. Habitantes de pueblos que deben su principal actividad al agro aseguran que ver por las calles afiches con la fotografía de espantapájaros en los que se reclama su aparición tras desaparecer de los campos, se ha vuelto frecuente. Las autoridades no afirman ni desmienten si existen redes de trata de espantapájaros, que se alquilarían para ser sometidos a aberrantes prácticas. Sin embargo, viajantes juran haber estado en boliches en los que todos los trabajadores sexuales eran espantapájaros. Propietarios de grandes extensiones han reclamado un mayor compromiso a las autoridades, mientras que la Policía Bonaerense habría reforzado el control del espacio informático y estaría atenta a cualquier chat en las redes sociales entre estos peligrosos trapitófilos y alguna eventual víctima. Algunos espantapájaros no denuncian que han sido raptados y abusados sino hasta años después, por temor a no poder soportar el escarnio de ser señalados por los pájaros a los que deben ahuyentar. Y quieren desmentir la fama que sostiene que "los espantapájaros somos fáciles y que no nos resistimos a ninguna práctica sexual".