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El Corunio

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lunes, 6 de julio de 2015

Todavía hay quienes discuten a Messi: tres finales jugadas, tres perdidas


Cuando todavía hay compatriotas que lo discuten, las estadísticas son irrefutables. El crack del Barcelona arrastra tras de sí, unos números impresionantes. Rotundo campeón, goleador nato, estratega brillante, el rosarino ostenta una precisión quirúrgica a la hora de deslizarse entre rivales y colocar la pelota en ese rincón del arco al que nadie puede llegar. Messi es el mejor, el número uno. Difícilmente pueda haber otro igual. Es como Maradona, pero no se droga, ni dice guarangadas, ni tiene hijos por ahí, lo que cae muy bien a las señoras burguesas de clase media. A diferencia de otros goleadores, es un jugador de un talento nunca visto en la cancha, pero de una sensibilidad muy especial. Su posición en el campo de juego ha despertado cierta polémica por lo innovadora, porque no es un nueve definido, pero tampoco un mediocampista absoluto "Yo camino la cancha. Donde encuentre la pelota, ahí la agarro", dijo alguna vez. Si bien tiene cuatro balones de oro, siempre fue discutido su talento para elegir vestuario para ir a recibirlos, como también hubo quienes osaron decir que "no tiene dos balones de carne y peludos". "Quisiera ganar un mundial", dijo el año pasado, "pero los demás equipos se oponen. No tienen en cuenta el esfuerzo que hago para jugar. En España es verano, hay vacaciones, Thiago no va al jardín, y está al pedo en casa jugando con mi Play, mientras yo estoy con estos pibes entrenando y no puedo llevarlo a la playa. Y si se juega en el hemisferio sur, hace frío. Permiso, voy a vomitar". Los éxitos con el Barcelona han contrastado con los escasos logros en la selección nacional. Pero la afición argentina, exitista, resultadista, que espera incomprensiblemente que Messi haga en el seleccionado lo mismo que hace en el equipo catalán, no ha advertido los números que Messi ostenta en el propio combinado argentino, ni se ha rendido ante esa evidencia. Es el segundo goleador detrás de Batistuta, al que en algún momento va a alcanzar. Si bien los detractores aseguraban que en la final contra Chile por la Copa América, Batistuta hubiera hecho un gol con sus muletas, y que con los mismos elementos no hubiera fallado un penal. Pero más allá de lo curioso del hecho de que nunca canta el himno y, ante la inquietud de la afición, los periodistas en vez de preguntarle al crack, señalan a los hinchas como "gente a la que le importan pavadas"Messi ostenta un innegable record. Jugó tres finales en la selección argentina y no ganó ninguna. 100% de efectividad no es algo que se logra fácil en el fútbol de hoy. Es como no sacar ni un punto en el ProDe, o no acertar ningún número al Quini 6. Los hinchas argentinos a los que sólo les preocupa el éxito, el verse triunfadores, no comprenden que hubo sólo un Don Julio Grondona, para el que a veces se ganaba, y a veces se ganaba menos, y pretenden de Messi comparta lo que ni Don Julio. Sigan así, que van a lograr que nuestro astro no quiera venir más a defender los queridos colores patrios. Sigan así.