La elección de 
Jorge Bergoglio al frente de la 
Iglesia Católica disparó la avidez de la prensa por lograr datos, testimonios, historias, cualquier cosa que pueda aportar algo para que todos conozcan la historia de quien para el mundo hoy es 
Francisco. Los gestos de austeridad del 
Papa acentuaron la curiosidad por conocer mas sobre su vida antes de que suba la escalerilla del avión que lo llevó al cónclave que lo erigió en el trono de 
Pedro. Es así que desde hace dos días, los medios nos bombardean con notas con la hermana de 
Bergoglio, el amigo de 
Bergoglio, el sobrino nieto de 
Bergoglio, el primo de 
Bergoglio, el diariero de 
Bergoglio, el electricista de 
Bergoglio, la
 troska de
 Bergoglio y hasta el que manejaba el subte en el que viajaba 
Bergoglio. Pero 
El Corunio fue mas allá, e indagando en las relaciones del pontífice, en sus personajes mas cercanos, encontramos uno en quien nadie había reparado, alguien que había pasado desapercibido para los grandes medios: ni mas ni menos que, 
¡¡¡El hijo de puta de Bergoglio!!! Se llama 
Oscar Garlompe, es marplatense pero vive en 
Buenos Aires hace 32 años y, desde hace 25 trabaja en la curia porteña en tareas de mantenimiento. Conocido en toda la 
Catedral porteña por las bromas pesadas que les hace a sus compañeros, en las distendidas comidas que organizaba el hoy 
Papa era el encargado de contar chistes. 
Bergoglio, en una prueba de que es un hombre del pueblo más, entre las carcajadas que le ocasionaban las ocurrencias de 
Garlompe, solía exclamar cariñosamente: 
"-Pará, pará, ¡sos un hijo de puta!-". La asiduidad de la frase de parte del cardenal le hizo ganar a 
Oscar el apodo de 
"el hijo de puta". Feliz con la proclamación de 
Francisco, 
Garlompe dice 
"estar muy emocionado" porque su amigo ha llegado a
 Papa, y aunque asegura que
 "lo va a extrañar", no deja de hablar del buen humor de 
Bergoglio, que le hacía repetir una y otra vez sus mejores chanzas.
 "-Una de las que mas le gusta es el que dice ¿en qué se parece un cura a un árbol de Navidad? ¡En que ambos tienen las bolas de adorno!-", cuenta y rie como si lo hubiera escuchado por primera vez. 
Garlompe asegura que lo sorprendió que 
Bergoglio fuera elegido Papa, y que lo esperaba para la semana próxima como siempre, en la 
Catedral, pero 
Oscar, un hombre sencillo, se quiebra al pensar que no podrá contarle el último chiste que tiene para él: 
"-Una chica jovencita, muy linda, va a confesarse: '-Padre, he pecado. Me acosté con el cura del otro pueblo-', y el cura estalla: '-¡Pero eso es muy grave, está muy mal! ¿acaso no hay iglesia en tu pueblo natal?-", y enjuga sus lágrimas mientras imagina al 
Papa Francisco del otro lado del teléfono diciéndole: 
"-¡Qué hijo de puta!-"